Yuri: Las secuelas de la infancia
- Majo Ferla
- 1 jun 2023
- 6 Min. de lectura
Por: María José Ferla Ascencio y Shery Camila Taborda Sierra
“Debido a todo lo que me ha pasado, me enseñaron a ser desconfiada, puedo decir que amargada, de un carácter fuerte, entonces sí me han dejado varias secuelas”.

La conocí en una tarde helada de febrero hace dos años, una mujer bella físicamente que inspiraba simpatía y amabilidad, llevaba una chaqueta larga y oscura para protegerse del frío, unas zapatillas deportivas y un hermoso cabello rizado teñido de rojo recogido con una coleta, desde esa primera vez que la ví, su rostro siempre dejaba al descubierto una sonrisa gentil.
Su mirada era tierna, pero reflejaban un gran pesar, una batalla individual como la tuya, como la mía o como la de cualquier persona que habita este mundo, historias, pasados, sentimientos que perduran en el tiempo, problemas que hacen parte del día a día de la vida y que nos construyen a cada uno como persona.

Orígenes
Yuri nació un 13 de diciembre de 1984 dentro de una familia humilde de campesinos en Ortega - Tolima, era la segunda hija de 6 hermanos - tres mujeres y tres hombres -, lamentablemente, como es habitual en los campos colombianos, el conflicto armado llegó hace 15 años y le arrebató su hermano mayor.
“Fue un parto natural en la casa, quien me asistió el parto fue la esposa de un tío que ya murió, fue duro porque me empezaron los dolores por la mañana y nada, ellas me dieron unas agüitas, usted sabe cómo son los partos naturales, al fin a las 10:14 de la mañana tuve a la niña gracias a Dios”, me contó la señora Clara, madre de Yuri, en una ocasión.
Infancia campesina
“Mi infancia no fue como la de un niño normal que jugaba con juguetes, sino que llegaba de la escuela y nos tenían ya listo el asador o la peinilla para ir a la vega, que es donde se siembra el maíz, la yuca, los plátanos, y nos íbamos a trabajar allá o a buscarle comida a los marranos, cosas así de campo, eso era lo normal”.
“De pequeña yo cogía frutas, limones, guayabas, anones; mi mamá me hacía envueltos y yo me iba a venderlos al pueblo”. Por otra parte, aunque Yuri debía cumplir con las labores que le asignaban sus padres, también en ocasiones jugaba con sus hermanos juegos comunes de aquella época como “el puente está quebrado” o “a que te cojo ratón".
Adolescencia difícil
A la edad de 12 años su mamá la llevaba a vender verduras en la plaza todos los domingos, durante esos años también tuvo muchos problemas dentro de su hogar, principalmente con ella, puesto que sus métodos de crianza siempre llegaban a los golpes, en una ocasión intervino su abuela y la llevó al Bienestar Familiar, lugar en el que estuvo poco tiempo.
A los 15 años Yuri decide huir de su casa, teniendo en cuenta todos estos problemas familiares, junto con la rebeldía y el deseo juvenil de ser libre, independiente y de conocer cosas nuevas, llega a una época oscura, fría y desolada de su vida.
“Cuando ella se fue de la casa pues terrible porque, imagínese, a uno que se le desaparezca un hijo, ella siempre dice que se fue porque yo le daba mala vida, pero eso es una mentira porque yo solamente los corregía a ellos para que ninguno tuviera malas costumbres, (...) ella fue la más descarriada cuando era joven”, afirma la señora Clara.
“Quién sabe que haría todo ese tiempo que estuvo por allá, ella nunca me ha dicho a mi exactamente qué hizo ni nada, algunas veces decía que me iba a contar algo pero al final no lo hacía, solo habían rumores de la gente, pero vaya uno a saber qué hizo de verdad”, dice su madre.

Dormir en la calle fue uno de los primeros obstáculos que debió afrontar al decidir irse del lado de sus padres; sin embargo, no sería el que le dejaría una marca de por vida. A lo largo de esas primeras semanas, Yuri, en medio de su soledad le ofreció su amistad sincera a una muchacha, sin sospechar las intenciones reales de esta.
La muchacha inicialmente trató de incitarla a ingresar en el mundo de las drogas. “Probé la marihuana en una manzana, casi me vomito, me acuerdo tanto que, casi no, vomité, casi boto las tripas, fue una parte fuerte donde aprendí que el vicio no se hizo para mi”. Sin embargo, no sería lo peor que trataría de hacerle durante esta época sombría en las calles.
Seguía junto a ella por el temor de estar nuevamente sola y desamparada; pero un día, está la llevó a una fiesta, Yuri la siguió sin sospechar nada, pero con el tiempo descubrió que se trataba de una hacienda donde la querían explotar sexualmente, los hombres que habían allí tenían armas, pero ya fuera por suerte o la casualidad, logró escapar.
“Ella se vendía, y pues como yo era bonita, chiquita, delgadita, ella solo quería que yo también hiciera lo mismo, pero pues no lo hice”.
Este episodio caótico de su vida fue el que le dejó una marca muy grande a nivel personal, pues debido a tantas cosas que vivió sola, siendo apenas una joven de 15 años, que no contaba con el apoyo de nadie, le forjaron el carácter y la personalidad que hasta el día de hoy todos los que somos cercanos a ella conocemos.
El encuentro
Las noches eran heladas y lentas, la soledad era cada vez más insoportable, hasta que un día apareció Él, un hombre mayor que ella que le ofreció un lugar donde vivir, de este modo, teniendo en cuenta por todo lo que había pasado y de esa necesidad de sentir el calor humano, surgió su primera relación sentimental.
“Debido a esa situación en la que estaba, pues eso me llevó a tener tan rápido pareja, por eso fui joven mamá y joven fui pareja de un hombre mayor que yo”.
“Ella apareció a los 18 años, llegó embarazada con el papá de los niños, yo le pedí a Él que la dejara aquí en la casa para yo darme cuenta del parto, (...) a la 1 de la mañana le dieron los dolores, la llevamos a Ortega porque no podía tener a la niña y estaban alistando la ambulancia cuando de repente nació la bebé ahí en la camilla”, narra la mamá.
“A los tres meses resultó nuevamente embarazada, ahí fue cuando nació Juancho, nosotros estábamos en una situación difícil, ella se fue a Armenia a trabajar y me dejó los dos niños, luego se fue a Bogotá, a Juancho nunca se lo llevó porque el niño no se amañaba con ella, y María Fernanda se la entregamos a una hermana mía a los dos años”, relata doña Clara.

De este modo tuvieron sus primeros hijos y surgieron los problemas, inicialmente los cambios por parte de Él, luego los malos entendidos y finalmente los maltratos y la agresión.
“Él se iba y volvía, era responsable pero era mala gente con ella, le daba mala vida, le pegaba, no la dejaba salir, y pues la cohibía muchas cosas”, cuenta la madre de Yuri.
Tuvieron otros dos hijos, pero Yuri solo logró aguantar unos años más, hasta que la relación, así como una cuerda que se tira con fuerza, no resistió más y llegó a su fin, quedando sola con sus pequeños, los cuales al pasar los días, dejó al igual que sus otros dos hijos al cuidado de sus padres y hermanas, con el objetivo de ir en busca de una nueva vida.
“Fue duro porque la mayoría de los niños crecen con sus papás, están con ellos hasta la mayoría de edad y pues para mí fue complejo porque siempre tuve la idea de estar juntos, pasar tiempo en familia y de que me llevaran a vivir con ellos, pero igual nunca pasó y ese vacío quedó ahí en el fondo de mi corazón”, me contó Juancho, uno de los hijos de Yuri.
Más violencias
“Siempre fuí maltratada, osea no he tenido muchas parejas pero las que tuve siempre me maltrataban, me pegaban, me insultaban, siempre tuve mucha agresión hacia mí, siempre me agredieron, siempre me sentí agredida y pues obviamente nunca hubo alguien que viera que me maltrataban, muchas veces estuve en peligro y pues, pude salir de ahí”.
“Uno tiene que aprender de errores y de experiencias, sí, pero no dejarse pisotear porque hoy en día nadie tiene derecho de maltratarlo, ni de humillarlo, ni lastimarlo a uno ni física ni emocionalmente, porque todos merecemos respeto y pues que antes de meternos con alguien debemos saber primero con quién nos metemos”.
El presente
Estuvimos juntas esta Semana Santa, a pasado el tiempo y la sigo viendo como la persona simpática que ví por primera vez ese febrero del 2021, conozco su historia y ella la mía, si le hablas te escucha atentamente, su vida la ha vuelto fuerte, pero lo grandioso de su esencia siempre será, que brinda el apoyo que en alguna parte de su vida siempre quiso tener.

Yuri tiene 4 hijos, dos hombres y dos mujeres, y aunque la vida le ha puesto muchos obstáculos, ninguno a sido capaz de desdibujar esa sonrisa gentil tan característica de ella, actualmente tiene 38 años, vive con su hijo menor y con su compañero sentimental, un hombre que ha sabido tratarla y con el que ha construido el hogar que siempre soñó.
“Le doy gracias a Dios que le resultó ese señor y que la sacó de esta situación en la que estaba, a mi sí me tocó luchar por esos niños y sufrir por ella, y yo sí le veo el cambio, él es un señor decente que no tiene vicios y es juicioso”, puntualiza la madre de Yuri.
Para una mejor experiencia escucha aquí la entrevista completa.
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